Camino de Santiago, etapa decimoctava: de Reliegos a León
Te levantas antes de que suene el despertador; la puerta del albergue ya está abierta, así que te desperezas y sales al camino. Estás cansado, pero animado. Hoy llegarás a otra ciudad importante, donde tus padres te han reservado otras dos noches de hotel para descansar que, sumadas a la primera noche que pasarás en el albergue, sumarán un total de tres noches y casi tres días completos en una ciudad magnífica: León.
Atraviesas Mansilla con la oscuridad de la noche; a lo lejos ya puedes ver las luces de la gran ciudad. Ante ti, el camino se abre entre un conglomerado cada vez más espeso de carreteras, autovías, vías de ferrocarril, urbanizaciones, pueblos y urbanizaciones: todo lo que la civilización puede lograr para sojuzgar el medio natural hostil. No es una visión que el resto de peregrinos comparta -al menos abiertamente- contigo.
A la salida de Villamoros de Mansilla paras a desayunar. Ya está amaneciendo, pero es domingo y no se ve mucha actividad. Encuentras un bar abierto y tomas café con leche; ayer refrescó, así que sienta bien entrar en calor a estas horas de la mañana.
Casa a la salida de Villamoros de Mansilla |
Los siguientes pueblos se suceden uno detrás de otro, todos a poca distancia: Villarente, Arcahueja, Valdelafuente, Puente Castro... y, finalmente, encuentras el edificio de Caja España, señal inequívoca de estar ya en León. Situado en un paraje natural, a las afueras, rodeado de verde césped, aún te queda caminar un poco para entrar en la milenaria ciudad.
Y como si de un viaje hacia atrás se tratase, primero atraviesas zonas residenciales de chalets; luego, bloques de ladrillo de los años 60; finalmente, las callejuelas de la ciudad antigua que desembocan en la imponente catedral. De formas góticas más limpias que la catedral de Burgos, la catedral de León te resulta impresionante. No sólo por fuera: su interior, casi diáfano, recibe la luz que proyectan las vidrieras en un espacio que no ha sido convertido en vulgar museo.
Catedral de León |
Le ayuda una hospedera joven, en torno a la veintena, a quien entregas la credencial.
- ¿Viajas solo?
- Sí, viajo solo
- ¿Qué edad tienes?
- 18
- ¡Qué valiente!- te responde la chica. Ya te parecía guapa antes, pero ahora te acabas de enamorar; le encuentras incluso cierto parecido a... pero no nos desviemos. La cuestión es que llama tu atención; averiguas que se llama Elena y que está de voluntaria en el albergue, que no ha hecho nunca el camino y que el martes vuelve a su pueblo para presentarse a un examen del conservatorio de música.
Recibes una buena noticia: tus padres han vuelto a reservarte dos noches de hotel, para que descanses y visites la ciudad. Hoy harás noche en el albergue, así que tienes tres días por delante para reponerte.
Entre el albergue y la catedral, visitas una tienda de antigüedades y efectos militares. Compras una navaja multiusos con cuchara, algo de mucha utilidad en el camino, así como un par de camisetas de algodón de buena calidad.
Edificio Torreón en la plaza de la Regla, junto a la catedral de León |
Fachada sur de la catedral de león |
De vuelta al albergue y puesto que da acceso al patio interior de un colegio -ahora en desuso por las vacaciones-, prefieres instalarte en un rincón al aire libre. Extiendes tu saco de dormir cuando una monja de la congregación se acerca a ti y te dice que no puedes dormir al aire libre, pues las noches son muy frías y no las aguantarías. Incrédulo, decides no discutir con una religiosa que además es anciana y dejas tu mochila y tu saco junto a una litera en el interior, pero sin deshacer. Por la noche, cuando empiecen los ronquidos en la estancia, saldrás al patio sin encomendarte a nadie y pasarás una fresca y agradable noche, pudiendo dormir del tirón.
A la mañana siguiente, ya sin prisas, das un paseo hasta tu hotel. Situado en la calle Ancha, entre la catedral y el ayuntamiento, estás en pleno centro de León. El precio, una oferta, incluye cena y desayuno. Todavía no puedes subir a tu habitación porque llegas demasiado temprano, pero te guardan la mochila.
Palacio de los Guzmanes, en la calle Ancha de León |
Antiguo ayuntamiento de León |
Te sorprende la arquitectura de la "Casa Botines"; no esperabas ver un edificio de Gaudí en la ciudad de León. Aunque te gusta el genial arquitecto, piensas que el edificio parece un parche en medio del casco antiguo de León. Las formas y el material de construcción te parecen además algo toscos; no en vano, se trataba de un almacén de telas.
Casa Botines, la obra que Gaudí dejó en León |
Aprovechas la mañana para comprar una enorme sandía y llevarla al albergue, con la doble intención de aliviar la sed de los peregrinos que llegan y entablar conversación con ellos y los hospederos. Pasas un rato con ellos; ya están llegando peregrinos y y la calma empieza a irse por la puerta. Le ofreces tu ayuda a Elena, la hospedera, que está plegando las sábanas de las literas; así puedes pasar un rato con ella.
Ayuntamiento de León en la Plaza Mayor |
Por la tarde, vuelves a visitar la catedral y su entorno; te detienes en la portada de la fachada sur. Entre las figuras de los apóstoles, reconoces enseguida la de Santiago el Mayor. La simbología del peregrino es evidente en la representación.
Representación del apóstol Santiago en el pórtico sur de la catedral |
Basílica de San Isidoro, principal monumento románico de León |
Al día siguiente buscas un fisioterapeuta para consultarle tu supuesta tendinitis; en el albergue se anunciaba uno cuya consulta estaba muy cerca de la calle Ancha. Le visitas y te recomienda reposo; también te da un masaje que ni te gusta ni soluciona absolutamente nada. Te pregunta si piensas llegar hasta Santiago y te pide que le llames una vez estés allí; la petición te parece un poco insólita, pero tal vez al hombre le preocupe saber si vas a llegar o no.
Palacio episcopal junto a la catedral, León |
Por la tarde, buscas una oficina de Ibercaja donde sacad dinero. No muy lejos del hotel encuentras una gracias a la ayuda de la recepcionista. Justo donde termina la parte antigua de León, una glorieta ajardinada densamente transitada por coches marca la separación entre el mundo tranquilo de piedra y la urbe moderna.
Glorieta en la plaza de Santo Domingo, León |
De vuelta al hotel, cenas temprano y te despides de la recepcionista; tiene alguna vinculación con tu pueblo, pues su marido trabajó allí; fué antes de conocerse, así que la vinculación es pequeña, pero tiene el detalle de contártelo.
Desde tu habitación, bajo el techo del edificio, echas un último vistazo a las torres de la catedral de León y te acuestas temprano. Sientes que has traspasado el Rubicón y que ya no te queda más remedio que seguir adelante hasta Santiago. Ya es tarde para abandonar.
Las torres de la catedral vistas desde la buhardilla del hotel París, León |
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